Disculpará el lector que en esta última columna lúdica de 2022 el autor se dedique a dejarse llevar por las ganas de escribir sobre lo que le gusta, sin demasiado orden ni concierto. Tiene la esperanza -el autor- de que van a compartir o descubrir algunas cosas que los van a hacer felices. Durante muchos años, me dediqué a estudiar el cine de animación, mi pasión desde muy chico. Y creo firmemente -lo habrán leído aquí varias veces- que no es necesariamente un campo "infantil", ni mucho menos. Así que quiero recomendarles, para disfrutar el ocio que viene, algunas obras animadas que seguramente van a hacerlos tan felices como a mí.

Primero: en Paramount+ hay bastante de South Park, obra de dos de los mayores satiristas de los últimos treinta años, Trey Parker y Matt Stone. La serie -tan longeva como Los Simpson pero con menos temporadas- sigue las aventuras o desventuras de cuatro chicos en South Park, Colorado. La primera genialidad es que parece estar hecha con una animación simplérrima de papeles recortados, pero eso es para reflejar lo ridículo de los personajes. Parker y Stone no incurren en la corrección política evidente y se ríen con humor negro y escatológico de todo lugar común. Vean la saga Imaginationland (que además está compilada como película) donde se habla contra la censura, contra Hollywood, contra el fundamentalismo religioso y muchas cosas más. Los chicos van a la tierra de la Imaginación (donde conviven Mickey, las Tortugas Ninja, Gandalf y Jesús), a punto de ser destruida por fundamentalistas islámicos. Cine político de primer orden.

Segundo: Batman Lego-La película en HBO Max. Absolutamente descollante tanto en diseño como en trama y porque reúne en sí todo el mito de Batman, todos los personajes y sobre todo, sin dejar de lado el espíritu, reflexiona de modo humorístico sobre ese personaje. Que está totalmente loco, algo que las películas más "serias" (vean la última) no terminan de comunicar. El humor desaforado y la idea de juego infantil que desparrama la utilización del Lego permite que veamos lo esencial: Batman nació como un entretenimiento, una sátira, algo con ganas de divertir con aventuras y acción.Y hay otro tema: la necesidad de toda clase de amor, la soledad, y sobre todo qué es la felicidad. La última media hora es, además, un homenaje a todo el cine fantástico, a todo lo que nos hace felices.

Tercero: Estados Unidos: La película en Netflix. Creada por los mismos productores de Batman Lego (Chris Miller y Phil Lord, dos potencias del humor actual estadounidense, responsables de las dos Comando Especial, de La gran aventura Lego y productores de la hermosa Los Mitchell contra las máquinas) narran aquí cómo George Washington, algo así como un superhéroe con sierras eléctricas en las manos, decide hacer la revolución contra los británicos para vengar la muerte de su mejor amigo, Abraham Lincoln. El diseño desaforado que mezcla el steampunk con la anarquía southparkesca, la cantidad de chistes por segundo y la sátira política e histórica que se carga absolutamente a todo el mundo es suficiente como para que el espectador transpire de vértigo y risa. Es conveniente escucharla en inglés (la voz de Channing Tatum como Washington es extraordinaria) y dejarse llevar.

Cuarto: La vida de Calabacín, en Prime Video. Presentada en muchos festivales (incluido Cannes), este filme es la historia de un nene que pierde a su mamá e ingresa a un internado. Suena tristísimo (es un poco triste, es verdad) pero se va poniendo cada vez mejor. Lo que asombra absolutamente es que su diseño -se trata de stop-motion, muñecos de una expresividad notable- se conjuga perfectamente con el tema que trata y con la idea de lo lúdico como forma de destruir la tristeza. De algún modo, también, la idea que hizo que la animación fuera relegada a lo infantil. Pero esta película tiene un medio tono muy interesante: mucho humor y much melancolía al mismo tiempo. Es decir, se trata de la infancia pero vista con la seriedad que un adulto tiene al recordarla. 

Quinta: Las locuras del Emperador en Disney+. La historia de cómo esta película llegó a existir es rara. Se hizo una gran producción, carísima, que iba a llamarse Kingdom of the Sun, iba a ser más o menos seria y tener una banda de sonido bastante melancólica compuesta por Sting. Los resultados previos fueron un desastre: larga, aburrida, tristona, sin alma. Un buen día se la dieron a Mark Dindal para que hiciera lo que quisiera. Pasó de dos horas a menos de una y media, eliminó personajes, agilizó la trama, tiró canciones e hizo Las locuras del Emperador como un cartoon más "Warner" que " Disney" que se convirtió en el gran éxito de culto de la firma. Por cierto, es pura comicidad de principio a fin la amistad entre un pedante rey transformado en llama (David Spade) y un pobre campesino (John Goodman), pero con dos grandes secundarios: la villana Yzma (Eartha Kitt) y el increíble secuaz Kronk (Patrick Warburton). Risa original garantizada.

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