Filmes de festivales sin pasar por los cines en Mubi
Algunos de los filmes más importantes del circuito de festivales reciente no pasaron por las pantallas en la Argentina. Pero sí forman parte de la grilla de Mubi, la plataforma SVOD dedicada al cine de autor más radical. Algunos ejemplos, a continuación.
Entre las cosas más interesantes que tiene la plataforma dedicada a cine de autor, festivales y revisiones Mubi -donde aparece casi todo lo que está al margen de las formas más comerciales del audiovisual de hoy- está la posibilidad de ver auténticos estrenos que no encuentran lugar en los complejos. Muchas de las películas más importantes de los últimos años, lo que incluye un par de ganadoras del Oscar o de Cannes, aparecen en exclusiva en la plataforma en buena calidad de imagen y sonido, por lo general acompañadas de textos que suelen ser tan informativos como precisos. Veamos entonces algunas de las alternativas de películas recientes que apenas pasaron por las salas cinematográficas.
Drive my car fue la película que ganó el Oscar al mejor filme internacional este año, además de llevarse premios en Cannes. Basada en relatos de Haruki Murakami, la película sigue la historia de un autor teatral no demasiado feliz después de descubrir la infidelidad de su mujer, en gira por varios lugares de Japón, y de su relación con una joven que será, precisamente, quien lo transporte. Lo interesante de la película, a la que no le faltan vueltas de tuerca, es cómo varias historias van convergiendo en una sola trama, y que el tono melancólico que suele ser el dominante está escandido por el humor. La manera de mirar el lado luminoso y el oscuro (a veces al mismo tiempo) de las relaciones humanas es la película una experiencia notable.
Swallow es una de las experiencias más extrañas de los últimos años. Es sin dudas una película de horror (de horror biológico, además) en el que una mujer embarazada comienza a tener deseos de comer y tragar las cosas más increíbles, cosas que son efectivamente peligrosas y más que eso. El tema funciona en contraste con el ambiente: aséptico, colorido, brillante, y con los personajes que rodean a la protagonista, de una perfección (llamémosla "burguesa", aunque es un término que tiende a equívocos) que parece casi satírica. Hay algo de El bebé de Rosemary en esta película de Carlo Mirabella-Davis, tanto en el clima como en el tono y, por qué no, en la ironía que tiñe toda la trama.
Y hablando de extrañezas biológicas, la última película del canadiense David Cronenberg es un ejemplo. Crímenes del futuro tiene menos de "crímenes" que de "futuro" y lleva al extremo el programa del autor respecto de una nueva sexualidad -y una nueva sociedad- basada en la modificación voluntaria del cuerpo. Es cierto, está lejos de la precisión narrativa de Una historia violenta, Pacto de amor, La mosca o Scanners, pero se acerca a la extrañeza de Crash. Quizás, sí, se fue un poco más allá del género fantástico del que fue un maestro notable y se puso un poco demasiado serio. Pero igual, muchas de las imágenes del filme son alucinantes y únicas. De paso, también se puede ver el filme del mismo título que hizo el director en 1970, y de paso apreciar su propia evolución como artista.
Pleasure -sigamos con el cuerpo humano- es una maravilla de la sueca Ninja Thyberg. Rodada con un registro que se asemeja al documental, es la historia de una joven sueca que viaja a los Estados Unidos para convertirse en estrella. OK, eso lo hicieron Greta Garbo e Ingrid Bergman en su tiempo, pero ninguna de las dos divas clásicas se dedicó, como la protagonista de este filme notable, a la pornografía. Y sí, aunque hay tomas explícitas, de ningún modo es una película porno: antes que excitar al espectador, Pleasure busca que comprendamos por qué sus criaturas hacen lo que hacen y cuáles son sus límites. En el fondo, se trata de una reflexión mucho menos sobre el sexo que sobre esa otra cosa poco valorada: el espectáculo. La vocación y el negocio en colisión son la clave de esta gran película.
Y terminemos con una rareza más que tiene un elenco de estrellas. Annette es un musical en el que un estandapero y una cantante de ópera a la música se encuentran, se enamoran, tienen una hija, se separan y sufren tragedias. La "hija" es siempre una muñeca. Los protagonistas son Adam Driver y Marion Cotillard y toda la película está plagada de música (se la describe como una "opera rock" y sí, es una forma bastante precisa de anunciarla). Su realizador es uno de los más provocadores que dio el cine francés desde los años 80, Léos Carax, aunque su mejor película sigue siendo aquella Mala Sangre de 1986 con Denis Lavant corriendo al son de "Modern Love" de David Bowie. Y aunque Annette es sin dudas un catálogo de excesos, resulta muchas veces fascinante -y otras, insoportable. Es decir, logra hacer eso que el cine ya no consigue a menudo: que la película termine y, para bien o para mal, sigamos pensando en ella. Además de todo esto, es un gran espectáculo, en las antípodas de lo que por tal se entiende en medios más volcados a conseguir recaudaciones monumentales. No está mal darle una chance.