La vida mentirosa de los adultos: buceando en secretos familiares
Nueva adaptación de una novela de Elena Ferrante. Nápoles en los 90 y una adolescente en el centro de la historia

Por Paula Boente
"Cuando uno es pequeño todo parece grande; cuando uno es grande todo parece pequeño". La voz en off repite una y otra vez la frase como un mantra. Una frase que habla de la transición a la vida adulta, habla del tiempo, de las perspectivas, pero también, probablemente, de cierto desencanto.
Tras la celebrada "Mi amiga brillante" (HBO) y "La Hija Oscura", notable película dirigida por Maggie Gyllenhaal, llega la adaptación de otra obra de Elena Ferrante, cuyos trabajos literarios no paran de aportar valiosas producciones audiovisuales. Este caso no es la excepción. "La vida mentirosa de los adultos", miniserie italiana que acaba de estrenarse en Netflix, es un singular retrato de la transición de una chica llamada Giovanna de la infancia a la adolescencia en la década de 1990 en Nápoles. El relato se despliega a partir de una historia oculta que gira en torno a la tía Vittoria, el "monstruo", la oveja negra a la que nadie le habla, la figura tachada con tinta negra en el álbum de familia. Una comparación que hace el padre de Giovanna entre sobrina y tía despierta en la joven la curiosidad por conocerla. Así, se sumerge en secretos y mentiras, bucea entre pasiones profundas y dolores enterrados.
La ciudad es también protagonista. Napolés, un territorio familiar para Ferrante. Fragmentada, esplendorosa y oscura, repleta de cuevas y submundos como la costa rocosa que le da contorno. Una Nápoles marcada por su contraste entre la zona de arriba donde vive la joven protagonista y la de abajo donde pasó la infancia su padre y donde está su tía, los barrios más adinerados y la población que se rebusca la vida sin renunciar a la felicidad.
El elenco es un acierto. Por un lado por el buen debut actoral de Giordana Marengo, que interpreta a esta chica criada en una familia burguesa de izquierda que empieza a abrir con rebeldía su propio camino, derribando ídolos y eligiendo verdades. Logra una Giovanna tan frágil como ponzoñosa. Pero, sobre todo, por la presencia de Valeria Golino (Vittoria) que ilumina la pantalla en cada aparición, con su personaje desfachatado, inteligente y algo cruel. La tía que maldice, fuma sin parar, tiene una risa contagiosa y canta unas cuantas verdades con su voz ronca. A veces, como todos, también miente. Aunque lleva ya un buen tiempo frente a las cámaras Golino tuvo en los últimos años unas cuantas intervenciones destacables, como su participación en la excelente "Retrato de una mujer en llamas". En series, la vimos hace unos años en "The Morning Show".
El cuerpo es un elemento de peso. La cara que se pinta, el descubrimiento del sexo, el baile break que practica la protagonista y la lleva a caminar con las manos, boca abajo, por toda la casa. El cuerpo que Giovanna rechaza por momentos y que la llevó, de alguna manera, a la aventura con su tía. "Está cada vez más parecida a Vittoria", dijo su padre y ella quiso salir a verlo con sus propios ojos.
El relato propone escarbar en lo oculto de la misma manera en que se raspa una capa de pintura superpuesta para ver el color anterior que se escondía debajo. Irónicamente, recordemos que hasta el propio nombre de autoría de la novela original queda tapado por el misterioso seudónimo "Elena Ferrante".
Un halo nostálgico envuelve la historia. Como si fuera necesario que todo fuera hacia atrás para que las cosas dejen de caer y romperse. Para recuperar el aliento entregado al mundo.