En término generales y agregados, el salario oscila entre dos niveles. Por un lado, un pico superior que permite que la oferta de bienes y servicios se realice y así el ciclo económico continúe su curso ascendente, pero sin que la rentabilidad mínima del capital se deteriore.

Por otra parte, un pico inferior que se corresponde con un mínimo necesario para la supervivencia de las trabajadoras y trabajadores y la propia necesidad de la oferta de vender su producción, que es mínima en la fase descendente del ciclo.

Bajo esta lógica económica general, la solidez y actitud de los sindicatos y el papel que juegan los gobiernos en la administración de algunos instrumentos del Estado, influyen en la determinación de los salarios.

Inflación e ingresos

Existen discrepancias respecto a las causas de la inflación entre las distintas escuelas del pensamiento económico. No obstante, también se aprecian consensos sobre algunos hechos estilizados y basados en evidencia empírica.

La experiencia histórica demuestra que los procesos inflacionarios deterioran el poder adquisitivo del salario, el cual siempre corre por detrás de los precios. También existe otro hecho indiscutible: en nuestro país, el incremento de la cotización del dólar, que significa la devaluación del peso, deriva en el incremento del nivel general de precios.

Las últimas cinco décadas en Argentina son muy ilustrativas a este respecto.

En el período 1976-1982, la inflación se multiplicó aproximadamente diez veces respecto a la etapa anterior, con un incremento promedio del 200% anual. La participación de los asalariados en el PIB pasó aproximadamente de 48% a 26%, mientras además caía el producto.

Al final del período 2016-2019, la inflación terminó duplicándose respecto al período anterior, alcanzando el orden del 50% aún vigente. La participación de asalariados en el producto pasó de 51,8% a 46,1%, mientras además caía el producto.

Ambos períodos tuvieron procesos con devaluaciones abruptas y eje en el endeudamiento externo, ascendente dolarización de excedentes y un dispositivo de “valorización financiera” que hacía menos rentable la producción en términos generales e incrementaba el rendimiento de los dispositivos financieros que devengan interés.

El anzuelo de la dolarización

La deuda privada de los denominados “formadores de precios”, había sido estatizada por Domingo Cavallo en 1982. Y además fue quien en 1991 propuso un plan para resolver el problema de la inflación, que en el período 1989-1991 llegó a picos del orden del 3000% anual. Su propuesta fue la convertibilidad, por la que un peso era equivalente a un dólar desde el punto de vista legal.

La inflación se detuvo. Debido a esto, el consenso social con la convertibilidad fue casi unánime.

A fin de implementarla y sostenerla, se necesitaban reservas, para lo cual se privatizaron empresas públicas y se continuó con el endeudamiento externo.

En “Historia de las relaciones entre Argentina y el FMI”, la especialista Noemí Brenta observa que, en la etapa final del modelo, el Fondo condicionaba su apoyo al Gobierno ad referéndum de la implementación de la dolarización plena. Es decir, la adopción del dólar como dinero de curso legal. Esto implica la pérdida absoluta de la soberanía y la política monetaria.

En la práctica, es casi la anexión a EE.UU, que se completaría mediante la incorporación al ALCA.

Sin embargo, la propuesta de dolarización emerge con fuerza en los momentos inflacionarios, como en 2018 y 2019, porque con el dólar como dinero de curso legal no habría devaluaciones y el Estado nacional no podría emitir dinero, lo que, según la corriente monetarista y dolarizadora, es la principal causa de la inflación.

La convertibilidad tuvo consecuencias: se desindustrializó el país, la pobreza alcanzó al menos a la mitad de la población y el desempleo a la quinta parte.

Por otro lado, los dolarizadores tendrían que explicar por qué con los mismos instrumentos de política que recomiendan en la Argentina, EE.UU no puede frenar su inflación más elevada en las últimas cuatro décadas.

La cual, corresponde agregar, también se traslada a nuestro país y constituye otro determinante del incremento sostenido de precios en nuestra nación.

(*) Economista, UBA-Undav e integrante de Economía Política para la Argentina (EPPA).