Alimentos: cómo usar la tecnología para evitar el desperdicio
El 40% de la producción mundial de alimentos no llega a ser consumida, cuando más de 800 millones de personas padecen déficits alimentarios, según datos de la FAO. La pérdida y el desperdicio de alimentos, que en la Argentina alcanza a un tercio de su producción agroalimentaria, es un enorme desafío en un mundo que no ha logrado cumplir el primero de los ODS: erradicar el hambre.
Esta fue la problemática en la que se enfocó WeBee, una startup creada por dos emprendedores argentinos que actualmente residen en Silicon Valley. Cecilia Flores, salteña, y Lucas Funes, cordobés, que a través de la IOT (inteligencia de las cosas), generan soluciones para reducir desperdicios en los procesos del sector agrícola y de la alimentación.
“Facilitamos herramientas para medir y sensorizar operaciones industriales y así evitar ineficiencias que producen pérdidas de energía, de agua en el riego, en el uso de fertilizantes, o el desperdicio de alimentos”, explica Cecilia Flores. “Nuestra plataforma ofrece el procesamiento de datos y el monitoreo en tiempo real a través de sensores y una conectividad sin cables que resulta sencilla de usar”, aporta Lucas Funes.
En 2021 recibieron una inversión de U$2.000.000 de M12 Microsoft, Mayfield y Pivotal Ventures (una organización fundada por Melinda Gates). “Con esos fondos buscamos escalar el producto en el mercado internacional. Tenemos prevista una nueva ronda de inversión, para afianzar nuestro crecimiento y ampliar la cartera de clientes. Hoy tenemos presencia en Estados Unidos, Argentina, Chile, Colombia y Perú”, detalla Flores.
De la economía lineal a la regenerativa
Ruuts es una compañía que asesora y acompaña a productores agropecuarios en el cambio desde un sistema de producción de alimentos extractivo y lineal, hacia un modelo regenerativo y holístico, capturando emisiones de gases de invernadero y participando en el mercado de créditos de carbono.
Fue fundada en 2016 por el economista y emprendedor patagónico Pablo Borrelli, luego de recorrer gran parte de Asia, África, Europa y América latina en bicicleta, un periplo que le llevó casi tres años y cambió para siempre su forma de ver el mundo del trabajo y los negocios.
“Los suelos son reservorios de carbono, que hoy está siendo liberado a la atmósfera por su mal manejo, y por la erosión hídrica”, explica el emprendedor. Pero lo que es un problema en el aire es una solución en la tierra. Si cambiamos las prácticas podemos capturar carbono y devolverlo al suelo”, afirma. “Esto ayudaría a estabilizar el clima y mejoraría la seguridad alimentaria y las condiciones de vida para millones de especies”, destaca.
La compañía desarrolló una plataforma para conectar a empresas que necesitan compensar su huella ambiental, con productores que generan créditos de carbono a partir de la restauración de suelos. Una de las formas de hacerlo es a través de la ganadería regenerativa, en la que los animales son alimentados con pasturas naturales, en lugar de hacerlo en establos o feedlots.
Inversiones seguras en proyectos sustentables
Así como las tecnologías y las costumbres cambiaron drásticamente en las últimas décadas, también las finanzas cambiaron, desde un cálculo del riesgo que solo medía parámetros económicos, hacia evaluaciones que toman en cuenta el impacto de las empresas y proyectos en las comunidades y ecosistemas.
“Hay una mirada de largo plazo, en la que una empresa que no sea sustentable desde lo socio-ambiental, no va a subsistir. Estamos viendo esto tanto desde los emprendedores como desde los inversores, que apuestan cada vez más por proyectos que buscan solucionar un problema ambiental o social real”, concluye Lorena Suárez, de ARCAP.