El 1% más rico acaparó casi dos terceras partes de la nueva riqueza generada desde 2020 a nivel global (valorada en USD42 billones), casi el doble que el restante 99% de la humanidad, reveló un informe realizado por Oxfam. Durante la última década, el 1 % más rico capturó alrededor del 50% de la nueva riqueza.

"La ley del más rico" se publicó en un contexto en el que la riqueza y la pobreza extremas en el mundo se incrementaron simultáneamente por primera vez en 25 años.

"Mientras la gente corriente hace sacrificios diarios en lo esencial, como los alimentos, los multimillonarios superaron incluso sus sueños más osados. Luego de poco más de dos años, la presente década ya se perfila como la mejor hasta la fecha para ellos: una década dorada de bonanza económica para los más ricos del mundo", afirmó Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional.

"Aplicar mayores impuestos a los multimillonarios y a las grandes empresas es una puerta de salida para las múltiples crisis a las que nos enfrentamos actualmente. Es hora de derribar el mito de que los recortes fiscales para los más ricos terminarán beneficiando al resto. Cuarenta años de rebajas fiscales para los multimillonarios demostraron que las oleadas de privilegios solamente terminan beneficiándolos a ellos."

La riqueza de los multimillonarios aumentó a un ritmo desconcertante. Desde 2020, con la pandemia y la crisis del costo de vida, el 1% más rico acaparó USD26 billones (el 63% de la nueva riqueza generada), mientras que tan solo USD16 billones (el 37%) llegó al resto de la población mundial. Por cada dólar de la nueva riqueza global que percibe una persona perteneciente al 90% más pobre de la humanidad, un multimillonario embolsa USD1,7 millón. La fortuna de los multimillonarios creció a un ritmo de USD2.700 millones diarios. Esto se suma a una década de ganancias históricas en la que el número de multimillonarios y su riqueza se duplicaron.

Disparada de la riqueza

El crecimiento extraordinario en sectores como el de la energía y el de la alimentación dispararon nuevamente los patrimonios de los más ricos. Según reveló el informe, 95 grandes empresas de energía y de alimentación más que duplicó sus beneficios durante 2022 y generó beneficios extraordinarios por un total de USD306.000 millones, en tanto que destinó USD257.000 millones (el 84%) para remunerar a sus ricos accionistas.

La dinastía familiar Walton, propietaria del 50% de la multinacional Walmart, recibió USD8.500 millones en dividendos a lo largo del año pasado. Solamente en 2022, la riqueza del multimillonario indio Gautam Adani, dueño de grandes compañías energéticas, se incrementó USD42.000 millones (un 46%).

En Australia, Estados Unidos y el Reino Unido, estos enormes beneficios empresariales contribuyeron, como mínimo, al 50% del crecimiento de la inflación.

Inflación y salarios

Mientras tanto, al menos 1.700 millones de trabajadoras y trabajadores viven en países en donde los niveles de inflación se sitúan por encima del incremento de los salarios, y más de 820 millones de personas en todo el mundo pasan hambre.

Las mujeres y las niñas suelen comer en último lugar y en menores cantidades en los hogares, representando casi el 60% de la población mundial que padece hambre. De acuerdo con los datos del Banco Mundial, podríamos estar ante el mayor incremento en la desigualdad entre países desde la Segunda Guerra Mundial. Además, naciones enteras se encuentran al borde de la bancarrota. Los países más pobres destinan cuatro veces más recursos al servicio de la deuda (en manos de ricos acreedores) que a los servicios de salud pública. Tres de cada cuatro gobiernos tienen previsto recortar el gasto público por un importe total de USD7,8 billones aplicando medidas de austeridad durante los próximos cinco años, lo que se extiende tanto al sector de salud como al de educación.

Elon Musk, el segundo hombre más rico del mundo, pagó un "tipo impositivo real" de alrededor del 3% entre 2014 y 2018. Sin embargo una vendedora de harina de Uganda destina el 40% de lo que logra facturar (ganando apenas USD80 al mes) al pago de impuestos.

Por cada dólar recaudado en ingresos fiscales en todo el mundo, únicamente cuatro centavos proceden de gravar la riqueza. La mitad de los multimillonarios vive en países que no aplican ningún tipo de tributo a la riqueza que estos transfieren a sus descendientes directos. Por lo tanto, USD5 billones, libres de impuestos, irán a manos de sus correspondientes herederos. Este importe supera el PBI de África y, como efecto colateral, perpetuará una nueva generación de élites aristocráticas. La mayor parte de los ingresos de las personas más ricas no se deriva de su trabajo sino que, esencialmente, es producto de rentas de capital sobre sus activos. Sin embargo, la tributación sobre las rentas de capital se sitúa en torno del 18%, aproximadamente la mitad de los tipos marginales sobre las rentas del trabajo.

De hecho, los impuestos aplicables a los más ricos llegaron a ser históricamente mucho más altos. Durante los últimos cuarenta años, gobiernos de África, Asia, Europa y América fueron reduciendo los tipos impositivos sobre las rentas más altas, mientras se elevaron los impuestos al consumo sobre bienes y servicios; es decir, tributos que recaen desproporcionadamente sobre aquellos que menos tienen y que amplían las brechas de género.

"Gravar más a los multimillonarios es un requisito estratégico para reducir la desigualdad y revitalizar la democracia. Además, debemos hacerlo para fomentar la innovación y para lograr unos servicios públicos más sólidos y poder construir sociedades más sanas y felices. También para abordar la crisis climática, invirtiendo en soluciones que contrarresten las escandalosas emisiones de los más ricos", planteó Bucher.

De acuerdo con los datos arrojados por un análisis desarrollado entre Fight Inequality Alliance, el Institute for Policy Studies, Oxfam y Patriotic Millionaires, un impuesto sobre el patrimonio con escala progresiva de hasta el 5% para el caso de las fortunas multimillonarias generaría un ingreso anual de USD1,7 billón. Con este importe podría conseguirse que 2.000 millones de personas salgan de la pobreza, así como también financiar íntegramente las respuestas ante los llamamientos humanitarios existentes, aplicar un plan de diez años para acabar con el hambre en el mundo, apoyar a los países más pobres a enfrentar los impactos climáticos y garantizar servicios universales tanto de salud como de protección social para la población de las naciones de renta baja y media-baja.