El cine "basado en hechos reales" es quizás el origen mismo del séptimo arte: después de todo, no otra cosa eran las primeras películas de los hermanos Lumière, vistas reales de cosas que pasaban. Pero el arte cinematográfico consiste en "usar" la historia para otra cosa, para hablar de otros temas más -perdón por el término- "trascendentes". No, perdón nada: expliquemos qué significa "trascendente" en este contexto: ideas que no se atan exclusivamente al hecho retratado. ¿Por qué nos gusta Braveheart? ¿Por la lucha del escocés William Wallace contra los ingleses a fines del siglo XIII? No, porque es un cuento épico sobre la búsqueda de la libertad (y por Mel Gibson, claro que sí). Si no, tenemos lo que alguna vez un crítico definió como "cine Billiken" (si es menor de 30 años, quizás deba googlear): ilustración pura y dura de un asunto o denuncia de un problema que, resuelto u olvidado, invalida para siempre la película sobre él.

Buenos ejemplos de qué hacer artísticamente con los "hechos reales" hay a patadas en el Hollywood clásico (un cine además muy político aunque la leyenda negra no lo reconoce). Así que veamos en Qubit.TV, especialista en estos clásicos, para encontrarlos. Una preferida del autor es Rey de reyes, de Nicholas Ray. OK, la vida de Jesús es un "hecho real" para los cristianos, pero dado que Flavio Josefo registró su existencia en los tiempos del emperador Tiberio, vamos a darlo por real. Curiosamenre, Rey de reyes se centra menos en Jesús que en otros dos personajes: Barrabás y Judas. Los dos quieren librarse del yugo romano, pero el primero prefiere la violencia y el segundo, la persuación política. El primero fracasa; el segundo, ante la pasividad de Jesús (que es la "tercera posición": su reinado es espiritual, no político), se siente traicionado. Y Jesús es otro personaje de Ray: el hombre que encuentra una Misión y la sigue incluso a costa suya. O sea, es la Pasión y es otra cosa. Y es una obra maestra.

Otra de Ray de la misma época y favorita de los que veíamos Sábados de Súper Acción: 55 días en Pekín. Se basa en la revuelta bóxer de 1912 en China (un grupo de luchadores chinos que se rebelaba contra la explotación de las potencias extranjeras en ese país), del sitio a Pekín y de cómo una comunidad de diplomáticos logró defenderse de ese asedio. Grandísima película de aventuras, hoy podría tildarse de "imperialista", aunque los motivos de los chinos quedan perfectamente claros. Pero lo interesante es la resistencia, la solidaridad entre hombres muy diferentes ante la adversidad y, en última instancia, el amor (Charlton Heston y Ava Gardener, pero también otro "amor" que el capitán americano que interpreta Heston resuelve con un gesto conmovedor al final del filme). Aquí es sobre el coraje, contexto aparte.

Una que está "basada en un hecho real" es Pasión de los fuertes, un gigantesco western de John Ford. Quizás conozca la historia porque se filmó mil veces: el sheriff Wyatt Earp y su amigo Doc Hollyday se enfrentan en un callejón con los Hermanos Clanton y, aún contra toda desventaja, lograron vencerlos. Era un modo brutal de presentar la justicia, y la película -con maravillosos Henry Fonda y Victor Mature- se pregunta todo el tiempo si lo que hacen esos dos hombres está bien o no. Ford concluye que sí, pero le deja el juicio final al espectador. Es decir, más allá del western, más allá del "caso" que presenta, va más allá: es una película sobre el uso del poder o su abuso, y cuáles son sus límites, tan válida en su época como hoy.

Otra obra maestra es El ejército de las sombras, de Jean-Pierre Melville. Es la historia de la Resistencia francesa durante la ocupación nazi, de hombres y mujeres comunes que tuvieron que enfrentarse desde el secreto y con gran riesgo personal a las fuerzas más perversas que un sistema político haya dado. Pero lo interesante es que hay que tomar todo el tiempo decisiones morales complejas (asesinar a una amiga, por ejemplo) y el filme nos pone en la incómoda situación de justificar violencias ante violencias mayores. Durante todo su trayecto, El ejército... nos pone en una cuerda floja conmovedora, donde el peligro, la traición y la muerte están en cualquier parte. Justamente: la traición es un tema básico aquí, pero no solo como algo "malo" sino como una necesidad a veces, una debilidad, una tristeza.

Y una de las grandes películas de aventuras de todos los tiempos es El gran escape, de John Sturgess, con un elenco (Steve McQueen, James Coburn, Charles Bronson, James Garner, RIchard Attenborough y más) brillante que narra la mayor fuga de un campo de prisioneros nazi hacia finales de la Segunda Guerra Mundial. Aquí se trata del triunfo de la inteligencia sobre la brutalidad, donde la gran fuga es una jugada maestra de ajedrez. Aun siendo muy larga -casi tres horas-, se ve como un cortometraje por la mezcla de drama, comedia, acción y material verídico. Y McQueen anda en moto, además.

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