Cuatro comedias negras para disfrutar en HBO Max
Un poco de terror o de policial, incluso algo de anarquía y personajes que destrozan cualquier atisbo de normalidad. De todo eso tratan estas cuatro películas incluidas en HBO Max: son obras fuera de lo común, algunas inéditas -o casi- en la Argentina. Risas y nervios.
Este es el fin
Este es el fin es una película ya de culto. Comediantes de primera (Seth Rogen, también codirector, James Franco, Danny McBride, Jay Baruchel, Jonah Hill, Craig Robinson) hacen de sí mismos. La historia: están en una fiesta de Hollywood y llega el Apocalipsis, con monstruos y todo eso. Hay millones de cameos (de Michael Cera a Rihanna, de Emma Watson a Channing Tatum) y, además de burlarse de la vida de ocio millonaria, es realmente un filme de terror y de comedia al mismo tiempo. El final es de los más hermosos, tiernos y musicales de toda la historia del cine y no exageramos ni un poco. Casi no se vio en la Argerntina.
Maten a Smoochy
Destrozada por el público, esta comedia negrísima de Danny De Vito cuenta la mafia cruel, despiadada, asesina de los espectáculos y los conductores infantiles. Uno muy exitoso (interpretado de manera inquietante por Robin Williams) ve cómo su carrera se pierde y surge otro, un vegano políticamente correcto vestido de rinoceronte (Edward Norton a contrapelo de todo, riéndose de sí mismo) y planea una venganza. Hay sexo, violencia, mafia, zancadillas y una serie de homenajes al mejor Hitchcock que transforman todo en una declaración de amor desaforada por el cine. De Vito es gran director, algunos lo olvidan.
Dos tipos duros
Shane Black es de lo mejor y más cool (e inteligente) de Hollywood. Esta película es un policial negro donde dos detectives (el torpe Ryan Gosling, el violento Russell Crowe) hacen equipo para investigar, en plenos años setenta, el asesinato de una prostituta que está ligado a una conspiración de fabricantes automovilísticos. Pero desde escenas a lo Buster Keaton (Gosling en el baño es un momento brillante) hasta la participación riéndose de sí misma de Kim Basinger (más la secuencia inicial, un modelo de narración cinematográfica), todo es ironía.
El insoportable
Ben Stiller es otro director gigante. Lo demostró con este, su segundo largo, que tiene la inteligencia suficiente como para ver la parte oscura, inquietante, de los personajes que solía interpretar Jim Carrey. La amistad entre un tipo sin carácter (Matthew Broderick) y un insistente "tipo del cable" que lo conecta ilegalmente lleva a un crescendo de locura (a veces cómica, a veces temible) que pocas veces se vio en el cine de Hollywood. A contrapelo de la corrección política, cien por ciento.