Una serie sobre el negocio de la sensualidad

El cine, y en menor medida la televisión, han abordado varias veces ese mundo under de la industria del sexo, que mueve millones de dólares pero que nadie admite consumir.

Ese sesgo clandestino y vergonzoso que aún tienen los contenidos de sexo explícito era todavía más fuerte en la década del 90, cuando Nacho Vidal explota como estrella absoluta del rubro.

Eran tiempos en que había que ir al videoclub lo más alejado posible del domicilio propio y en horas marginales, a buscar alguna película triple X, intentando no cruzarse con nadie conocido. Ese folclore es algo desconocido para sus protagonistas, que toman esto como un trabajo y sin dudas son una "especie" diferente para quienes no podrían conciliar sexo y exposición.

Martiño Rivas interpreta a Ignacio Jordá, esta estrella que nunca podría llegar a Hollywood, en la serie de 8 episodios que Lionsgate+ estrena el viernes 3 de marzo y que lleva como título: "Nacho". 

Creada por Teresa Fernández-Valdés, Gema R. Neira y Diego Sotelo, con el material obtenido tras haber entrevistado a los protagonistas reales de la historia, Nacho cuenta el inesperado ascenso de este joven sin vocación en un ámbito que el gran público desconoce.

En los dos primeros capítulos a los que accedió la prensa antes de su estreno, vemos que todo comienza en Valencia. Corre el año 1993 y nuestro futuro héroe sexual vive de fiesta. Es un joven que no piensa en trabajar ni forjarse un futuro sino más bien en cuánto sexo obtendrá cada noche, saliendo con sus amigos y tomando un poco de todo.

Su madre es una ferviente creyente religiosa y su padre un hombre de carácter dominante, pero que a medida que se hace grande desarrolla la enfermedad bipolar. Con ese cuadro de situación en casa, Nacho prefiere estar afuera. Y será en una de tantas salidas que conocerá a su primer gran amor: Sara Bernal (María de Nati), una prostituta que vive su oficio sin culpas ni dramas. 

Será ella quien al conocerlo íntimamente le sugiera capitalizar sus dotes amatorias. Y juntos comenzarán a hacer perfomances en vivo teniendo relaciones sexuales a pura química y espectacularidad. El célebre local "Bagdad", de Barcelona, será el primer escenario en que Nacho aprenderá a derribar la barrera entre intimidad y show, algo que resultará muy lucrativo.

Allí conocerá a otras criaturas de la noche, cada una con historias para contar pero también expectativas, egos y mezquindades. Nacho encontrará rápidamente en Toni Roca (Andrés Velencoso) a su némesis, ya que este era el "chico de oro" del porno hasta que apareció Vidal.

A partir de allí llegarán atraídos como moscas productores y público que quieren atestiguar la maravilla de Nacho y su "instrumento mágico". La fama, el dinero, las tentaciones y la repercusión de esta actividad en sus relaciones serán parte de un camino a veces lisérgico y otras más consciente.

"Me resultaba un tema atractivo hablar de sexo, porque tiene atrapada a mucha gente, pero una manera muy oculta, muy oscura. Y al investigar mucho sobre el porno, me di cuenta de que ellos se ríen mucho de lo que hacen" señaló Teresa Fernández-Valdés en una entrevista.

Y agregó: "Nacho es una persona súper vital y súper enérgica y no le acompaña ningún drama. Entonces me parecía falso ponernos serios cuando ellos se lo toman a broma y entienden que están trabajando, y después de trabajar se van de juerga todos juntos. Hacen una diferencia clara entre el sexo en acción y el sexo en su intimidad".

Una actividad marginada a lugares oscuros, rechazada -al menos en público- por sus comunidades, aquí se desdramatiza un poco. La sordidez propia del rubro -un poco cierta, otro poco quizás exagerada- aquí da paso a un relato más bien liviano, incluso alegre, con estética colorida y luminosa. Al fin y al cabo, sexo es vida.