8M: Trabajar en sociedad para que sea un feliz día
El 8 de marzo, como todos los años, se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora para recordar a las 129 mujeres que fallecieron en el incendio de una fábrica de Nueva York luego de una huelga. Estas mujeres reclamaban la misma remuneración que percibían sus compañeros varones, una reducción de la jornada laboral a 10 horas y una mejora en las condiciones de trabajo. Lamentablemente, son derechos que en algunos sectores todavía no son una realidad.
Cuando una mujer ingresa al mercado laboral después de finalizar sus estudios secundarios se encuentra con muchas dificultades para ingresar a un empleo pleno de derechos. Un gran porcentaje de las mujeres jóvenes consigue puestos de trabajo más precarios y con peor remuneración. Por ejemplo, la informalidad para las mujeres se ubica actualmente en un 39% y la mayor cantidad de empleados/as no registrados/as se encuentra en el trabajo doméstico, un sector mayormente feminizado (75,3%). Asimismo, según datos del Indec, la desocupación alcanza al 25,4% de las mujeres de hasta 25 años y la tasa de desempleo se ubica en un 7,8% para las mujeres y en un 5,6% para los varones.
Cabe destacar que es importante que todos/as los/as trabajadores/as tengan un empleo formal registrado, pero está importancia se ve en el caso de las mujeres en el hecho de que en los convenios colectivos se evidencia un aumento de las cláusulas acerca de licencias especiales (44% si comparamos entre 2020 y 2021) y de equidad de género (35,1%). Sin dudas, las principales beneficiarias de las licencias especiales (sobre todo aquellas relacionadas con los cuidados de niños, niñas y adultos mayores) son las mujeres, ya que el 91,6% realiza algún tipo de trabajo no remunerado, de acuerdo con lo señalado por el Indec.
Piso pegajoso y techo de cristal
El problema es que una vez que una mujer logra despegar de ese piso pegajoso es muy probable que tenga dificultades para acceder a cargos directivos, ya que existen bloqueos indirectos para las aspiraciones profesionales de muchas mujeres que están instaurados por cuestiones sociales y culturales. Por ejemplo, en los países europeos, la tasa de empleo para las mujeres sin hijos se sitúa en el 76,8% y en el 80,9% para los hombres, según datos elevados en 2020 por Eurostat.
La situación se complica cuando las mujeres deciden ampliar sus familias, ya que la brecha entre el empleo femenino y masculino se incrementa. De hecho, solo el 59,1% de las mujeres con tres o más hijos está trabajando, mientras que la tasa de ocupación de los varones con tres o más hijos aumenta al 86,7%. Respecto de los cargos directivos a nivel global, las mujeres que lideran equipos de trabajo necesitan entre tres y cinco años más que los hombres para llegar a una posición de CEO, según el informe Haciendo Visible lo Invisible (2021).
Estas dificultades no ocurren solo al ingresar en el mercado laboral sino que es algo con lo que las mujeres conviven desde niñas. Desde la escuela existe una especie de muros invisibles conocidos como "paredes de cristal", que facilitan que se mantenga la preponderancia masculina en áreas como ingeniería, finanzas y tecnología. En nuestro país, de cada 10.000 mujeres que estudian para ser ingenieras, solo se recibe una (mientras que se gradúa un varón cada 3.000), con una presencia femenina en el área del 24%.
En línea con esto, para la carrera de licenciado/a en economía, las mujeres representan el 31% del total de la matrícula. Estas barreras se ven desde la escuela primaria, ya que según un estudio de Flacso y Unesco, solo un 11% de las niñas de 10 años se considera bueno para la matemática. Esta situación da cuenta del poder de los estereotipos de género basados en construcciones sociales para modelar la conducta de las mujeres desde niñas.
Un párrafo aparte merece la cuestión de los ingresos. Según datos recientes del Indec, los varones reciben un 24,5% más de ingresos que las mujeres. También resulta interesante que las mujeres generan la mayor parte del ingreso en el primer decil de la población y esto va disminuyendo lentamente hasta que el ingreso individual en décimo decil es de un 49,8% más para los varones. Esto se debe a que las mujeres principalmente son las beneficiarias de programas como la AUH o la Tarjeta Alimentar. También es una variable que nos aproxima a lo difícil que es romper el techo de cristal para las mujeres de los estratos más altos de la sociedad. Una buena noticia es que la brecha salarial se redujo 2,6 puntos porcentuales respecto del tercer trimestre de 2022.
Es por eso que, a lo largo de todo este mes, sería deseable que la sociedad entera reflexione acerca de qué se conmemora el 8M y qué puede hacer cada uno desde su familia y desde su trabajo para que, en algunos años, efectivamente sea un feliz día.
* Economista y docente UBA/UNDAV, Paridad en la Macro