Esta semana se conocerá el dato de inflación, el último golpe de efecto económico de un año que viene alargando su retirada. Si se ubica por encima o por debajo de la frontera del 6%,  o si anualiza unas décimas arriba o abajo del 100% parece anecdótico ante la contundencia de otros indicadores más persistentes: gran parte de los asalariados registrados está bajo la línea de pobreza; el deterioro del poder adquisitivo sigue su marcha, se postergan decisiones de consumo e inversión por la incertidumbre y hasta el dólar, referencia omnipresente en las conversaciones comparativas, se tornó inasible ante la profusión de variantes verdes. (Y ni hablar si siguen suman opciones como el dólar fruta o el dólar futbol, y van…)

“Hacia septiembre de 2022, el valor real de la Remuneración Imponible Promedio de los trabajadores estables se encuentra más bajo aún que en diciembre del año 2019, registrándose una pérdida real del 2,2% desde entonces”, indica un informe de la UNDAV difundido la última semana. El dato contrasta con la parsimonia que despliega el Gobierno nacional para inyectar medidas de recuperación de ingresos, con la anuencia de un sector del sindicalismo con influencia en la Confederación General del Trabajo.  

Se sabe que los sindicatos no quieren una medida de suma fija extra, bono, recomposición o cualquier otra opción de recuperación salarial que no pase por la organización gremial.  Aun con las mejores intenciones, las desigualdades entre los representados se acentúan entre quienes consiguen acuerdos paritarios por arriba de la inflación y quienes observan con desesperanza cómo termina el año.

Un escalón más para dimensionar la pérdida de bienestar, o la agudización del malestar. El último informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA mostró que sin la asistencia social del Estado, la indigencia sería del 19,6% y no delo 8,1% y la pobreza del 50 por ciento y no del 43%.

Inflación, pobreza, indigencia, reservas escasas, caída de la actividad en los dos rubros que apuntaban a ser dinámicos como la industria y la construcción, componen la escenografía sobre la que van a actuar los protagonistas de las elecciones del año próximo en todos los niveles: municipales, provinciales y nacionales.

La reaparición de Cristina

El desenlace del juicio de la causa Vialidad, con una condena a la vicepresidenta Cristina Fernández, y el anuncio de que no será candidata “a nada” moviliza el escenario del oficialismo y de las oposiciones. La organización táctica y discursiva giró en torno de la figura de Cristina en la última década, como parte o como contraparte.

Tras la condena, Cristina hizo un vivo y se refirió en duros términos a la actuación judicial. Anunció también que no será candidata en 2023

No hace falta que Cristina sea candidata para que gravite en el escenario político. Si se cumple lo previsto, la semana próxima será la protagonista del encuentro del Grupo de Puebla, un foro de referentes regionales que la devolverá al escenario público presencial que se suma a los mensajes por redes sociales  y a los "vivos", con los que marcó su defensa jurídica y política. El próximo paso, después de la conmoción, es ver cómo se acomodan los espacios internos y si, como se prevé, la provincia de Buenos Aires será el distrito por excelencia para reagrupar fuerzas partidarias.

Si el Frente de Todos mostraba ya dificultades de cohesión, ni la política ni la economía le están dando buenas perspectivas para iniciar el año electoral. Es probable que, en esa trama compleja, la única ventaja comparativa sea el desorden de la coalición opositora, Juntos por el Cambio. El análisis preliminar coincide en que si la vicepresidenta concentra la atención electoral, la contrafigura de Mauricio Macri es la más conveniente. Pero, aunque haya bajado la intensidad, hay dirigentes de peso para disputar la postulación, el más relevante, sin dudas, el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. 

En la oposición, también deben medir los daños. La investigación contra Gerardo Milman, ahora ex jefe de campaña de Patricia Bullrich, en el caso del ataque a Cristina y las revelaciones del viaje a Lago Escondido carcomen las pretensiones de unidad de Juntos por el Cambio vía almuerzos ecuménicos, reuniones por zoom  o discursos autocomplacientes sobre la diversidad interna. 

Si las PASO quedan confirmadas, esa semana comienza el semestre de definiciones donde cada paso en falso, económico y/o político, puede marcar el rol protagónico o secundario.

 

 

 

 

 

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Gabriela Granata

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