El necesario rearme nacional no puede estar ausente en el debate electoral
Corresponde decirlo sin eufemismos: Argentina está indefensa, al punto de que su supervivencia como entidad nacional independiente está en gran medida vinculada con la buena voluntad de los países vecinos y de las potencias extrarregionales. ¿Puede durar mucho esta situación? Sí, claro, pero no para siempre. Tarde o temprano los vacíos se llenan y el vacío geopolítico que constituye el virtual estado de indefensión produce desequilibrios que no tardarán en volverse tensiones cada vez más difíciles de administrar solo con diplomacia.
Así las cosas, recomponer las capacidades de defensa de Argentina es un imperativo que no puede demorarse más. El Gobierno ha dado algunos pasos interesantes en los últimos dos años al reformular y adaptar la política de defensa nacional, aumentar las partidas presupuestarias para las Fuerzas Armadas y reorientar equipamiento y recursos humanos hacia la Patagonia austral. ¿Es suficiente? Lamentablemente, no. Los desafíos son enormes tras décadas de abandono.
Sin embargo, el incipiente proceso electoral es una oportunidad para discutir en serio esta cuestión. Y aunque no nos hacemos ilusiones (la política argentina con suerte debate lo urgente, mientras transita lo estratégico) corresponde insistir para que se instale como tema durante las campañas. Es que mirar sin hacer nada cómo Brasil construye submarinos nucleares, el Reino Unido instala su sistema misilístico Sky Sabre en Malvinas amenazando incluso la Patagonia continental o Chile dota a su fuerza aérea con nuevo equipamiento no es una opción. Urge que Argentina defina un plan de modernización de las Fuerzas Armadas para dotarlas con capacidad tanto para el control del territorio como para el combate.
La base está. En nuestro país abundan recursos materiales y humanos para ponerlos a disposición de un plan consistente que recomponga las capacidades de defensa frente a las amenazas actuales. Un programa de rearme (sí, rearme, sin eufemismos) apuntalado en la capacidad productiva industrial y científica resultaría además una herramienta formidable para sacar la economía del estancamiento en el que se encuentra desde hace más de una década.
¿Cómo? Argentina combina interesantes capacidades espaciales, nucleares y digitales, actualmente dispersas, y reunirlas detrás de un objetivo estratégico nacional es la tarea irrenunciable de la política. Esto habilitará además el desarrollo de recursos naturales hoy subexplotados por el retardatario discurso ambientalista e indigenista, generosamente financiado desde el exterior. Un prerrequisito para avanzar es, a cuarenta años de recuperada la democracia, dar vuelta la página de la relación entre el poder político y el militar. Y planificar de forma seria un proyecto nacional que oriente los recursos y las capacidades a la defensa efectiva de la soberanía.
El mundo ya está en guerra. En nuestro territorio, una de las partes en conflicto, la OTAN, acumula capacidades militares que desafían nuestro futuro, indisolublemente ligado a la proyección del país en el Atlántico Sur. Muy cerca de allí, también en nuestro territorio, otra de las partes en conflicto, China, desplegó capacidades científicas y militares que pueden ser objetivo de sus enemigos. En el medio, Argentina está indefensa. No hay lugar para seguir siendo espectadores, es hora de diseñar un plan de rearme nacional que reúna el consenso de las principales fuerzas políticas y que avance, de una vez por todas, en el mandato constitucional de contribuir a la defensa común.