Elecciones 2023: ordenar la interna para definir las candidaturas

Por Gabriela Granata
“Voy a hacer lo que tenga que hacer.” La última frase de Cristina Kirchner en el acto en Pilar rebobinó en 3 segundos la cinta política para llevarla tres años y medio atrás, cuando anunció que sería candidata a vicepresidenta con Alberto Fernández encabezando la fórmula. Fue una frase fuerte, pero una más dentro de las pistas que fue dejando en su discurso. Además de elogiar a Sergio Massa – “el ministro de Economía está haciendo un gran esfuerzo administrando las consecuencias de lo que pasó”- y deslizar cuestionamientos a la Presidencia, se metió en dos aspectos nodales: la representación política y el divorcio con la sociedad.
Cristina planteó en términos militantes lo que vienen advirtiendo los analistas políticos en los focus group, la variable cualitativa de los resultados cuantitativos que atraen más por la contundencia del dato número, pero que muestran menos: que hay una gran cantidad de personas que no se sienten incluidos en las políticas públicas, que piensan que los funcionarios no atienden sus demandas y que esperan propuestas más que culpas pasadas.
“Nosotros no votamos en contra de nombres, ni a favor ni en contra. Votamos en contra de políticas, no de personas. la necesidad de un consenso económico en el que podamos discutir en la mesa, no sólo los partidos políticos, sino también los sindicatos, las centrales empresarias, el modelo de país”, dijo Cristina en el acto en Pilar.
Falta, tal vez, una vuelta más para explicarlo. El concepto de “grieta” que en los últimos años se tradujo en forma lineal entre kirchnerismo y antikirchnerismo, ya no es suficiente para explicar las preferencias de la sociedad porque las dos coaliciones (Frente de Todos ahora, Juntos por el Cambio en lo inmediato anterior) ya gobiernan /gobernaron los dos últimos períodos y en ninguna de las dos mejoró las condiciones económicas y sociales que se pueden medir en ingresos, distribución de la riqueza, pobreza, indigencia.
Es la política, es la economía
La vieja discusión acerca de si es la política o si es la economía está respondida. Parafraseando el slogan que marcó el retorno a la arena pública partidaria de la vicepresidenta, no hay solución económica sin solución política. Y en eso coinciden economistas de distintas tendencias. La llegada de Sergio Massa al Ministerio de Economía fue ordenadora.
Massa se llevó toda la marca del debate sobre las propuestas económicas y en eso tiene mucho que ver su propia impronta, pero también el armado del Ministerio ya que subsumió dos áreas que estaban en tensión, Agricultura e Industria. “Limpió” el terreno para la acción política.
Desde esa nueva meseta, se abre el juego para armar la estrategia electoral que, con PASO o sin PASO, tendrá su punto culminante el cuarto domingo de octubre de 2023, menos de un año. Las consultoras vienen midiendo que hay un desencanto de la sociedad sobre las dos principales coaliciones y que pide “autenticidad” y razonabilidad. ¿Quiénes son hoy por hoy quienes pueden encarnar ese desafío?
Dos ex presidentes en juego buscan ordenar las internas de sus coaliciones
Cristina Kirchner ya mostró que va a tener un rol protagónico porque su capital político sigue vigente, no importa si es candidata o a qué lo sea.
Mauricio Macri convocó a una mesa para reagrupar al PRO después de haber jugado a la grieta de la grieta, es decir, de haber alentado las disputas dentro del núcleo chico. El desborde de Patricia Bullrich contra funcionarios del gobierno porteño y contra el propio jefe de Gobierno, Horacio Rodriguez Larreta, fue el punto de inflexión del desorden generalizado mientras el oficialismo comienza a dar señales de reagruparse.
Pero Macri no es Cristina, ni una palabra suya ordena el territorio. Enfrente está Rodríguez Larreta que tiene dos grandes capitales: la capacidad de gestión y el tono conciliador que puede ser un diferencial en una sociedad cansada de griteríos sin respuestas políticas.
No es el único que puede plantear límites a la preferencia de Macri por dividir para permanecer. El radicalismo juega también no sólo con la figura de Gerardo Morales, gobernador de Jujuy, presidente de la UCR y lanzado postulante presidencial, sino también con Facundo Manes, una figura reconocible en el electorado que marca una voz disonante en la coalición opositora.
La politóloga Ana Iparraguire planteó en las ultimas semanas que la vieja grieta de antikirchneristas y kirchneristas son polos más radicalizados, pero también más chicos. Y que irrumpe lo que denomina un "polo disperso sin identidad definida, poco homogéneo que no confía en los políticos". Remarca que aparecen entonces los outsiders, los diferentes. "Son políticamente incorrectos, dicen lo que piensan aunque vaya en contra de sus propios intereses, entonces se lee como que son auténticos porque plantean lo que piensan, aun cuando pueda perjudicarlos".
Ese análisis se repite con otras formas entre quienes están siguiendo los discursos de las audiencias. Un territorio inestable en el cual la acción vuelve a ser central. El fin de la procrastinación política.