Mejorar nuestro ánimo cuando todo parece ir mal
No poder levantarse de la cama: cuando el ánimo falla

Por Lic. Aldo Godino
Hay días en los que las sábanas parecen pesar una tonelada, tanto que resulta imposible encontrar la energía para salir de la cama. Nos repiten con frecuencia que cada mañana, nada más abrir los ojos, visualicemos esos motivos que nos ilusionan para empezar la jornada. Ahora bien, ¿y si no hallamos ninguno? En efecto, hay épocas en que uno no encuentra las fuerzas y motivaciones suficientes para empezar el día. Una persona no quiere salir de la cama porque todo aquello a lo que se aferraba está fallando, el ánimo decae a ras del suelo.
¿Quién quiere sentirse triste? Cuando lo estamos, solemos adoptar más bien una actitud pasiva, de aceptación. Lo normalizamos, entendemos que en ese momento quizás tenemos que sentirnos así. Esta idea es muy popular en la actualidad: podríamos decir que nos encontramos en la década de la aceptación emocional.
Esta no es una mala estrategia. Condenar a la tristeza o verla como patológica cuando acabamos de perder a un ser querido o andamos con un conflicto verdaderamente serio, tiene poco sentido. Vivir esta emoción, sin intentar esconderla, puede ayudarnos y mucho. Sin embargo, hay otras ocasiones en que sentirnos tristes no es tan adaptativo, y queremos cambiar nuestro estado de ánimo a otro gobernado por emociones más positivas.
Tenemos demasiado normalizados los logros y muy poco los errores. La cuestión es que este sesgo de nuestra memoria no nos hace más felices. Volver a nuestro último logro y valorarlo en su justa medida puede darnos esa inyección de motivación que compense esa vulnerabilidad temporal de nuestra autoestima. Siempre hay algo, por pequeño que sea, en lo que sabemos que destacamos o que podemos destacar sin demasiado esfuerzo.
Nuestra mente es compleja; sin embargo no son necesarias estrategias complicadas de aplicar para lograr sentirnos un poco mejor. Para ponerlas en práctica antes debemos aceptar que somos los responsables de nuestro estado emocional y no barcos a merced de los caprichos del viento.
No es preciso patologizar el estrés puntual o el cansancio acumulado. Todos tenemos derecho a transitar por esos momentos en que todo pesa, nada apetece y uno desearía estar una semana entera refugiado en la propia habitación. La vida no es fácil, y es comprensible experimentar estas sensaciones ocasionales.
Esos días grises, en los que apenas tenemos energía y lo máximo que nos apetece es aislarnos del mundo o incluso, desaparecer no ocurren por casualidad. El bajo estado de ánimo y el malestar suelen tener una razón, un motivo por el cual irrumpen en nuestras vidas. Sólo a partir de su conocimiento seremos capaces de afrontar de manera adecuada ese manto gris que nos envuelve.
No todos los días pueden ser buenos y el ánimo fluctúa
Partiendo de la base de que todos los días no pueden ser buenos, de que todas las emociones son adaptativas y de que el estado de ánimo fluctúa dentro de ciertos parámetros llegamos a la conclusión de que es imposible estar siempre exultante.
Muchas cosas pueden afectar negativamente nuestro estado de ánimo. Pensamos que el mundo se nos viene encima, sentimos que todos están en nuestra contra, y nos cuesta verle el lado positivo a la vida. Mejorar nuestro ánimo en estas circunstancias representa un desafío, pero no es imposible, por nosotros y por todos los que nos rodean y que queremos. Es una cuestión de perspectiva. Lo importante es no abandonarnos. No hay mejor forma de atraer a la mala fortuna que caminar con desesperanza y rendido.
Del mismo modo que se necesita esfuerzo para tener una buena salud física, también es necesario realizar un importante esfuerzo para tener una buena salud mental y emocional. Mejorar la salud emocional puede ser una experiencia gratificante y muy beneficiosa, en todos los aspectos de la vida. La salud emocional o salud mental es el bienestar psicológico general. Incluye la manera de sentirse hacia uno mismo, la calidad de las relaciones y la capacidad para manejar los sentimientos y hacer frente a las dificultades. La buena salud emocional se refiere a la presencia de características positivas como autoconfianza, alta autoestima, capacidad para lidiar con el estrés y recuperarse de la adversidad, gusto por la vida, capacidad para reír y divertirse, capacidad para construir y mantener relaciones satisfactorias y flexibilidad para aprender cosas nuevas y adaptarse a los cambios, entre otras.
“El pequeño erizo vivía en el bosque de la alegría. Era un bosque muy especial, porque todos sus habitantes siempre, siempre, siempre, estaban alegres; todos los animales eran muy felices.
Y una mañana ocurrió algo sorprendente. El pequeño erizo estaba llorando. Esto que puede parecer algo normal, provocó un gran revuelo en el bosque de la alegría, nunca nadie lloraba. Muchos animales acudieron al lugar.
-¿Por qué lloras? preguntó la liebre. -No lo sé, dijo el erizo.
-¿Cómo? Eso no es posible. En este bosque nadie llora y si lo hace, sabe por qué.
-No lo sé, repitió, sólo me he levantado así.
Los animales se miraron preocupados; nunca antes había ocurrido esto en el bosque de la alegría.
-¿Te has hecho daño con algo? Negó con la cabeza, no se había hecho daño.
Los demás animales siguieron haciendo preguntas: ¿Te has caído? ¿Has perdido algo? ¿Alguien se ha metido contigo? El erizo negaba con la cabeza constantemente. ¿Te has asustado por algo? ¿Te has perdido? ¿Tienes hambre? ¿Tienes frío?
Cada vez lloraba más, porque no sabía por qué lloraba. La situación empezaba a complicarse.
Alguien más sabio dijo: -El erizo llora porque está triste, normalmente la gente llora cuando está triste. ¿Estás triste?
Y el erizo asintió con la cabeza, se sentía triste. A veces, podemos sentirnos tristes.
Los animales del bosque de la alegría, descubrieron lo que era la tristeza y aprendieron que la tristeza es parte de la alegría y que es muy importante conocer esta emoción.”